miércoles, 23 de febrero de 2011
La puerta azul
Esta cara norte de la Librería Relieve, la parte de atrás, la que está más a la vista, la que no da al parque, la que tiene en su parte central una pequeña puerta de metal (para la poeta, 'velada') la que es –para los más habituales– entrada y señal de que inequívocamente está abierta la librería, o más bien que Pepe está en ella, es sin duda alguna la cara más expuesta de la librería, esta entrañable caseta de Relieve o donde el frío y el olvido se manifiestan con notoriedad. La maltrecha 'acera' que bordea la librería, solada con esas familiares formas que recuerdan a las tabletas de chocolate, tuvo la peculiar coincidencia de sucumbir junto a su próximo inquilino en aquellos tiempos que preceden a la Navidad. Un boquete se abrió del tamaño de tres cuartas, como si hubiera un poder extremo o el implacable invierno hubiera puesto su pie encima. Pasaron los días y tras la mejoría del uno, casi al unísono, llegó la reparación del otro. Un día lo comprobé al ir a echar un vistazo, no sólo había sido arreglado el socavón, sino que habían llevado la reparación incluso a nivelar la acera, hasta tal punto de que ese maltrecho paso entre los contadores que prenden de la pared y el talud que presentaba en ese tramo la acera, el que tantas veces fue quebradero de cabeza atravesarlo para su fiel librero, había puesto el fin a sus días. –Pepe, no vas a creértelo, pero han arreglado la acera–. En esta librería hay cierta predisposición al optimismo. Una señal inequívoca es que no hay especial recelo al entrar en ella por esta puerta, ahora azul hoja, o si se prefiere plumín azul, pues justo encima pende como de un hilo, amenazante, el cartel de Librería Relieve, en el que se intuye lo que pone, pues en un tercio de su superficie, campa a sus anchas el vasto cielo, pues lleva prácticamente desde su apertura roto. Ese optimismo se contagia, y sobre todo ahora que el tiempo acompaña, hay una clara intención por parte del operario que lleva a cabo la intervención en su piel externa, en sus guardas, por decirlo de algún modo en términos afines al libro, y es que estas vicisitudes invernales han precedido, por fin, y si el tiempo u otra causa no lo remedian, el poder poner fin a esta fase o mural en fresco relieve o, por que no llamarlo por su nombre: alborRelieve. A ver si puede ser.
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