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| Domingo Rodríguez Martín . Fundador de Librería Relieve |
Como viene siendo costumbre en Pepe, del tiempo que dedica en la librería, parte es a leer el periódico, a atender alguna visita o cliente, y pasado el Ángelus y con la mente en 'pronto habrá que ir cerrando', se levanta como un resorte y se pone a buscar, a colocar papeles. Son esas
hojas sueltas, que aparecen tras su exitosa búsqueda y que casi siempre consiguen hacerle brillar los ojos de pura emoción y entusiasmo cuando, orgulloso de haberlo encontrado, te los muestra. Así fue como ayer tras un breve encuentro me mostró, el que ahora aquí presentamos: el dibujo que le hiciera su compañero de celda
Cervigón a su hermano D
omingo Rodríguez Martín en Cuéllar en 1944.
Así, medio escondido, entre las sillas que sostenían ojos y corazones cargados de memoria, asistí el pasado sábado en la Feria del Libro, al homenaje en la Librería Relieve. Pasados estos días, recuerdo las palabras de cada interviniente, que me recordaban a tantas tardes en Castromonte con esos personajes contando intrahistoria de la que hace país, y en este caso, ciudad. Cuadrado Lomas hablaba de Relieve con la ilusión de un niño, y dibujaba una Castilla bella entre risa y chascarrillo, más bella que la de sus cuadros. Jacobo, Torío, mi tía Cristina, Luis Miguel de Dios... Y el gran Jiménez Lozano lleno de cariño. Y se mezclaban emociones y recuerdos, y más recuerdos de distintas épocas pero de los Rodríguez en camino. Y el tío Pepe se levantó, levantó con él su corazón y su boina repleta de recuerdos y dijo, entre lágrimas, "ojalá esto fuera como las medicinas y se pudiera llevar en tubitos". Y nos sentimos curados todos. Y repletos.
ResponderEliminarGracias Juan.
ResponderEliminarLa verdad es que también yo estaba por las últimas filas, y suscribo cuanto dices y entre unas cosas y otras, no he podido dar cuenta aquí de el asunto. Te diré que en breve, publicaremos algo, con fotos, alguna grabación y por supuesto los pdf que han publicado el Norte del sábado y domingo. De momento, tu tío-abuelo Pepe, está haciendo, a parte de las tareas propias de librero de viejo en Poniente, –que salvo lo de leer el periódico, podría hacer con los ojos cerrados–, la otra que también le es afín desde ese 1951: operario de hemeroteca. –´Siempre son pocos los periódicos para dar a la gente'–.