ABIERTA DE PAR EN PAR
La mañanas, la isla de los libros, en la isla del Poniente, abre como siempre. Esto es, cuando el librero llega y echa la mano al bolsillo para coger el manojo de llaves y como si fuera a jugar con un taco de billar, sortea con malabares el paso de periódico y cartera que le permitan abrir a la primera. Esta ceremonia tiene lugar todos los días y lo hace en el más absoluto anonimato de cuantos circundan a prisa la Plaza o el Jardín del Poniente. Ese punto negro (que diría poeta y música Lhasa), no en vano, con el frío lleva su inconfundible boina, aparece y desaparece del parque sin apenas toparse con nadie. Quienes le conocen, siempre reciben el encuentro con un alegre saludo, etcétera. Podría seguir anotando palabras sobre Pepe, pero no pretenden ser éstas, extenderse en estos términos que bien podían tacharme de biógrafo o escribidor de paradojas y nada más lejos. Eso sí, entre otras, lo fundamental de este ánimo por escribir unas pocas no es otro que
RELIEVE ABRE LAS TARDES [ ... ]
[ ... ] al jardín poético.
(*) No crean que no me alegra el que Pepe sienta cierta simpatía por esa 'A' de ABIERTA, casi tanto como el que al fin acceda a colgar el cartel en galego que a continuación detallo.
"Abrimos cando chegamos, pechamos cando nos vamos; si veñen e non nos atopan é porque non coincidimos".
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